lunes, 13 de agosto de 2012

El Naufragio del Hombre

Paseando por lo blogosfera (que nombre mas bonito), o lo que es lo mismo, culturizandome un poco y leyendo opiniones y noticias, dependientes e independientes, he topado en un blog inteserantísimo, que sigo desde hace relativamente poco y que a todos recomiendo, la entrada que voy a intentar reproducir y calcar, con total respeto a esa magnifica antropóloga que hay bajo ese blog.



“Maneje su carro con un solo dedo”“conozca el mundo sin salir de casa”“endurezca sus glúteos sin levantarse del sillón”, “hágase millonario sin esfuerzo”“compre desde su hogar”“lo hacemos todo por usted”“hable más tiempo, más lejos, más barato”“beba, coma, duerma, rásquese, mire”“no lo piense más: haga daño”“nosotros disparamos mientras usted descansa”, “produzca diez toneladas de basura con un solo euro”“mate más niños a menos precio”“mutílese gratis”“destruya el planeta desde la pantalla de su ordenador”“no lea, no piense, no luche, no se canse, no viva: vea la televisión”. 
Santiago Alba Rico, filósofo y ensayista, analiza la cultura capitalista en su libro filosófico con toques antropológicos "El Naufragio del Hombre":

No he podido si no copiar esa entrada, porque no tengo más que decir, más que aportar, solo un perfecto, para el autor, y para quien ha sabido extraer la esencia y acompañarlo de la imagen exacta, dandole un empaque a la entrada genial

Podeis leer la entrada original, y muchas más cosas interesantes en: http://unaantropologaenlaluna.blogspot.com.es

jueves, 28 de junio de 2012

Mustapha

Hace una semana pude conocer a un gran tipo, una de esas personas que te hacen ver lo capullo que puedes resultar, que te hacen ver que no hace falta demasiado para ser feliz.

Mustapha se acerca a los treinta, llevaba dos semanas en España cuando lo conocí, era la séptima vez que entraba en el país, y al menos le espera un octavo intento, lo conocí detenido por tener una prohibición de entrada en zona selecta, en terreno vip, en el famoso territorio Schenghen, la frontera que separa el desarrollo y el poder del Sur.

Nacido en la zona del Rift, creció en una de las regiones más duras donde se puede hacerlo del Reino de Marruecos. Los rifeños son un pubeblo indómito, necesitan libertad. Son un pueblo duro y obcecado, lo que los ha llevado a la miseria y abandono por parte del reino a que pertenece, y del que quieren salir. Este independentismo hace que sea la zona marginal de un reino tan dispar como el marroquí.

En su último viaje Mustapha anduvo hasta Nador, en busca de un puerto conocido por la población magrebí de esta zona por su escasa seguridad y su gran vista gorda con aquellos que quieren cruzar al primer mundo como sea. Así en Nador, buscó un barco que zarpase rumbo Almería, el puerto más cercano a donde tantas veces ha intentado emprender una nueva vida, y donde al menos no estaría solo, allí seguían viejos amigos viviendo en multitud de barriadas, poblados o chabolas que pueblan el poniente almeriense. Localizado el buque aguardo que estuviese próximo a zarpar, y cuando esto estaba cerca de suceder se zambulló en el agua, asiéndose a una maroma y trepando por ella más de seis metros, sin protección de ningún tipo y por una cuerda mojada. Quince días después grandes franjas de piel quemada a lo largo de sus gemelos dan fe de la dureza de colarse en aquel barco, en cuya bodega de vehículos se ocultó durante las cinco horas que dura la travesía.

Abandonar el barco también necesitó de un esfuerzo importante, al menos para no ser detenido al amarrar. Así, al ver acercarse la bocana del puerto almeriense, se acerco a una amurada del buque y se lanzó al agua, desde más de seis metros se zambulló sin titubear, completando el resto del viaje a nado, y siempre dirección a alguna zona despoblada, donde nadie alertase de su presencia, donde le dejaran continuar con su camino.

Quince días después, detenido, sabedor que será expulsado una séptima vez, mantiene su sonrisa, no importa que lo echen, volverá a intentarlo, seguirá luchando por un futuro mejor, por disfrutar de la inmensa gloria de la libertad, por la fortuna de lo que para nosotros es miseria, con él viajarán sus pertenencias, una sartén, una muda y un par de bolsas con ropa para vender.

lunes, 11 de junio de 2012

A la soledad de un soldado sin nombre


¡Madre, cómo se venía              
abajo la madrugada!                
Tenía veinte años mozos            
ardorosos como brasas,            
una bandera en la frente,          
una mujer en el alma...            
Su nombre, madre, su nombre        
lo ocultó el tiempo en la nada.    
¡Madre, que no sé su nombre!      
Madre... ¿Cómo le llamaban?        
Se despertaron los trigos          
con un roncar de granadas;        
el aire se puso negro,            
las amapolas sangraban.            
¡Madre, cómo se venía              
abajo la madrugada!                
¿Silencio? ¡No hubo silencio!      
Sólo un tronar de metralla.        
Sus veinte abriles de lirio        
los mordió un beso de bala.        
El rocío fresco, madre,            
quiso lavarle la llaga.            
¡Toda su carne tenía              
llantos de púrpura y nácar!        
Mudo le quedó el fusil            
entre las manos crispadas.        
¡Con una mirada, madre,            
se llevó la madrugada!            
No quiso mirar atrás              
por no ver qué se dejaba.          
Sus labios rezaron, lívidos,      
el nombre de una gitana,          
¡ay!, y se quedó dormido          
como la luna en la charca!        
Los juncos, amedrentados,          
lloraban, madre, lloraban...      
La muerte se lo llevó              
en su carreta enlutada            
y en el olivar, quedose            
vagando, anónima, un alma.        
¡Madre, qué pronto se vino        
abajo la madrugada!  
 


(RAMÓN GRAELLS BOFILL)

viernes, 18 de mayo de 2012

Son cerca de las nueve y media de una noche de febrero, acaba de caer la noche, noche que no es fría y que promete lluvia. Oscura, con el cielo rasgado de grises nubes. Conduzco ese viejo todoterreno rojo, el mismo que todo delincuente en varias decenas de kilómetros sabe es de la Guardia Civil. Junto a mi, un Guardia de origen marroquí con poco aspecto de poli al que el tiempo en la zona ha hecho ser conocido. 

Atravieso una de las barriadas más tranquilas, mientras pienso que esa persona, sucia, descuidada y cansada que me acompaña perteneció no hace tanto en unidades especiales del mundo del, por así decirlo, espionaje. Es un perro viejo, aunque apenas ha rebasado los treinta, es muy bueno, pero está cansado, y decepcionado.

En ese momento algo me saca de mis pensamientos e instintivamente invado el carril contrario, vacío en ese momento, evitando un obstáculo que después pude reconocer. Un contenedor de reciclaje de papel había caído sobre la carretera justo delante del vehículo que conducía, activando ese resorte oculto en mi interior, y al parecer en el de mi compañero, pues cuando quise darme cuenta, ya estaba el vehículo estacionado y nos encontrábamos analizando que había ocurrido.

La postal era triste, desoladora, un hombre completamente borracho intentaba meter a su hijo de once años en el contenedor, y este lloraba desconsoladamente. 

Al parecer, había tirado junto con varios papeles, y de forma accidental un billete en el contenedor, y su padre estaba tan borracho como para no saber que hacía, como para amenazar al chaval si no recuperaba el dinero, como para intentar meterlo en un contenedor donde poco más del brazo del muchacho cupiese, como para enfrentarse a dos agentes. La vergüenza y el miedo se veían en los ojos de aquel pobre muchacho que encontró refugio en un bar cercano, mientras la central nos informaba de que se trataba de un hecho habitual. Que esta persona solía emborracharse y formar altercados públicos. Al igual que su mujer, quien como él también consumía otras clases de drogas blandas. 

Así, en una casa en que las borracheras son frecuentes, como el consumo de cannabis, cuidado y educado por dos toxicómanos, eso si de los socialmente bien mirados, vive o malvive un pobre muchacho que carga con penas de las que no tiene culpa. Un chaval que crecerá marcado y condicionado por la vergüenza, el miedo, y el peor ejemplo que pueda recibir.

Sino estelas en la mar

Todo pasa y todo queda,
pero lo nuestro es pasar,pasar haciendo caminos,caminos sobre el mar.

Nunca perseguí la gloria,ni dejar en la memoriade los hombres mi canción;yo amo los mundos sutiles,ingrávidos y gentiles,como pompas de jabón.


Me gusta verlos pintarsede sol y grana, volarbajo el cielo azul, temblarsúbitamente y quebrarse...

Nunca perseguí la gloria.

Caminante, son tus huellasel camino y nada más;caminante, no hay camino,se hace camino al andar.


Al andar se hace caminoy al volver la vista atrásse ve la senda que nuncase ha de volver a pisar.


Caminante no hay caminosino estelas en la mar...


Hace algún tiempo en ese lugardonde hoy los bosques se visten de espinosse oyó la voz de un poeta gritar"Caminante no hay camino,se hace camino al andar..."


Golpe a golpe, verso a verso...
Murió el poeta lejos del hogar.Le cubre el polvo de un país vecino.Al alejarse le vieron llorar.


"Caminante no hay camino,se hace camino al andar..."
Golpe a golpe, verso a verso...
Cuando el jilguero no puede cantar.


Cuando el poeta es un peregrino,cuando de nada nos sirve rezar."Caminante no hay camino,se hace camino al andar..."



Antonio Machado