lunes, 19 de diciembre de 2011

La otra cara del mundo

Últimamente, con esto de que se acerca la Navidad me estan llegando muchos mensajes, a través de diferentes medios, acerca de la miseria en que está sumida mucha población. Eso si, de puertas para afuera, que en España todo es idílico.

Entre otras, me llego un mail de una chavala de la que hacía mucho no sabía nada, en el que decía a toda su lista de contactos que había estado de cooperante un mes en Brasil, o misionera que su ámbito es más bien evangelizador, y que había visto allí lo que es la miseria y que mandasemos todos dinero para hacer algo por aquella pobre gente. Y eso está muy bien, gastarte casi 2000 euros en ver durante 27 días que hay gente que lo pasa mal, y de camino visitar las principales ciudades del lugar, para volverte a tu casa de ciudad, con tu mercedes en el garaje y tu chalet de los fines de semana, te da una conciencia muy veraz y única de que es miseria. Los demás no tienen ni idea, y ella, salvadora del mundo ahora conoce la realidad de esta.

Eso está muy bien, independientemente de lo que haya podido hacer por esa pobre gente, con el simple hecho de que tome conciencia de que el mundo no es tan bonito como lo que vivimos nosotros, merece la pena ese viaje, que al fin y al cabo fue de turismo, porque poco se puede hacer en un mes, descontando viaje, aclimatación y salvar barreras de lengua y cultura, pero por poco que pudiera hacer, algo hizo, y sobre todo aquel viaje algo hizo en ella, que esperemos no caiga en el olvido demasiado pronto...

Pero no hace falta hacer un viaje de esa envergadura para ver miseria, y no solo miseria económica, pobreza, si no también miseria humana, la degeneración y decadencia de la persona. Aquí en nuestra España de primer mundo también lo tenemos, solo que lo tenemos escondidito, que a nadie le gusta cruzarse con esa realidad en su día a día, y sobre todo, esa realidad, si no se escondiese, espantaría el comercio, el turismo y las inversiones. Porque a nadie le gusta poner un restaurante en una favela, tampoco le gusta ponerlo en medio de un poblado chabolista desconocido para el mundo como uno de los 20 que en El Ejido hay, o en cualquier otra provincia. Esos poblados, sencillamente es mejor que no existan, al menos en nuestra realidad y conciencia. Aquí todo es bonito, es mucho mejor que para ver miseria haya que coger un vuelo de un día y recorrer miles de kilómetros. Así podremos decir bien orgullosos, yo se que es la miseria, la he visto (durante unas semanas), pero que eso solo sea un recuerdo vago y no parte de tu realidad. Así nos sentiremos más cómodos, y quizás hasta grandísimas personas que una vez en nuestra vida nos gastamos un pastón en ir echar una ojeada a la otra cara de la vida.

Por eso he decidido que cuando tenga tiempo y ganas pondré alguna historia real, española, que podemos encontrar a tan solo 10 kilómetros de nuestra casa y que pasa desapercibida a nuestros ojos que no quieren mirar, porque no es justo que intentemos arreglar el mundo y tengamos nuestra casa hecha un asco, porque no es justo ver gente sumida en la miseria y que sean apartados y olvidados del mundo por encontrarse en un país del primer mundo.  Y porque no me parece justo que sus historias y lo que con ellos hicieron caiga en el olvido. Son cosas que puedo ver durante mi jornada laboral, y que cualquiera que esté dispuesto a abandonar su sofá y descubrir esa realidad puede ver, solo hay que tener el valor de enfrentarse a admitir que somos afortunados y que no todo es tan bónito como creemos.